Disclaimer: En este artículo voy a hablar sobre mi opinión y experiencia respecto a contar calorías. Si a ti te es de utilidad y sientes que puedes llevarlo bien, puede que lo que leas a continuación, no sea de tu interés.
Contar calorías (en adelante, kcals) puede ser una buena estrategia para tener una noción respecto a los macronutrientes que consumimos durante el día, pero, ¿hasta qué punto puede influir en nuestra mente el llevar un conteo de todo lo que estamos comiendo en el día? ¿Es sostenible llevar esta estrategia durante mucho tiempo? ¿Es apto para todos?
Índice
- Mi experiencia
- ● ¿Comer fuera? Ni te lo pienses. Si vas, lleva tu tupper
- ● Te puedes permitir caprichos, pero hazlos cuadrar con tus macros
- ● Tengo hambre, pero es que ya no puedo comer más porque me pasaré de las kcals del día
- ● Fijación por la comida ha entrado al chat
- ● Bienvenida ansiedad y hambre emocional
- ● ¿Que las grasas aportan el doble de kcals que los carbos y las proteínas? Ni pensarlo, mejor las elimino
- ● No tengo mi báscula a mano. Si no lo peso, ¿cómo voy a saber cuánto estoy comiendo?
- Las secuelas de contar kcals y mis objetivos para trabajarlas
- Conclusiones
Mi experiencia
En mi experiencia, puedo decir que, en un inicio, fue una muy buena herramienta para entender más sobre los macronutrientes y su importancia y rol en nuestro organismo. Esto lo acompañé de una pauta entregada por mi nutricionista, con quien acordamos hacer uso de una aplicación de conteo de kcals para estimar las que consumía (y que pudiera llegar a los macros que él me había pauteado en función de mi nivel de actividad física, estatura, peso y pliegues), con el fin de poder tener más «libertad» al momento de elegir los alimentos que usualmente consumía y alcanzar los macros objetivos.
Así fueron pasando los meses y pude alcanzar mi objetivo que, en ese momento, era una pérdida de grasa procurando preservar la mayor cantidad posible de musculatura. Al terminar, la idea era ir aumentando progresivamente las kcals hasta llegar a las de mi mantenimiento y, a partir de ahí, dejar de usar la aplicación y comer de forma intuitiva. Por mucho tiempo, se me hizo muy difícil dejar de hacer uso de la aplicación que, por mucho que comiera prácticamente lo mismo todos los días y con las mismas porciones, tenía miedo de que si no la usaba, iba a «empeorar» mi condición. Así estuve meses controlando e ingresando absolutamente todo lo que comía, sin darme cuenta que estaba cayendo en una fijación y en un control excesivo.
● ¿Comer fuera? Ni te lo pienses. Si vas, lleva tu tupper
Cuando tenía planes para ir a comer fuera, celebraciones o eventos sociales, o bien no iba, o me privaba de comer cualquier cosa que no pudiese ingresar en la app. Si lo hacía, seleccionaba en la aplicación alimentos que se le pareciesen y exageraba sus cantidades por miedo a pasarme (para «inflar» el valor total de kcals consumidas). Para evitar esto, prefería llevar mi tupper a todas partes porque eran comidas preparadas por mí y sabía exactamente lo que tenían y cuánto pesaba. Yo comía mis platos preparados mientras los demás disfrutaban de la comida del evento, pero no importaba porque «tenía todo bajo control».
● Te puedes permitir caprichos, pero hazlos cuadrar con tus macros
Esto creo que fue uno de los peores errores que cometí. Como también me gusta comer ocasionalmente cosas a las que yo llamo «mis caprichos» (helados, pizzas, chocolate, papas fritas), si bien no los dejé, cuando los comía, quitaba de mi día otros alimentos para hacerlos cuadrar con mis macros y no salirme de los que tenía por objetivo al día. Lógicamente, si no eran muy saciantes, muchas veces quedaba con hambre y con ansias de que fuese la siguiente comida.
● Tengo hambre, pero es que ya no puedo comer más porque me pasaré de las kcals del día
Sobre todo cuando elegía alimentos que no me saciaban mucho y quedaba con hambre, al hacer el conteo total del día y darme cuenta que ya había usado todas las kcals del día, el pensar que ya no podría comer más hasta el día siguiente me angustiaba y no podía pensar en otra cosa que no fuera que el día se pasase rápido para que tocara la siguiente comida. Nanai para mí, realmente me estaba privando y esclavizando gratuitamente y sin sentido alguno.
● Fijación por la comida ha entrado al chat
Si antes el pensar en comer pasaba desapercibido y era algo muy natural en mi día, ahora pasaba a ser un pensamiento recurrente y no estaba ni terminando una comida cuando ya pensaba en la siguiente. Lo que antes era natural y biologico y no cuestionaba, ahora lo había vuelto una fijación. Como cuando te dicen «no pienses en un elefante» y lo primero que se te viene a la cabeza es pensar en uno, lo mismo me había pasado a mí, pero con la comida. Intentaba mantenerme ocupada o pensar otras cosas, pero ya era muy tarde. Había creado una nueva obsesión y fijación por la comida.
● Bienvenida ansiedad y hambre emocional
Ya que el pensar en comida era un pensamiento recurrente, algunas de las emociones que experimentaba las asociaba con ganas de comer. Para evadir el sentirme inquieta, triste, enfadada (generalmente sentimientos incomodos), pensaba en algo que me generase una buena sensación y placer. Entonces acudía a la vieja confiable: la comida. Si antes me permitía vivir y canalizar estas emociones de otro modo, ahora la mejor forma era pensar en comida.
● ¿Que las grasas aportan el doble de kcals que los carbos y las proteínas? Ni pensarlo, mejor las elimino
Si las grasas aportan 9 kcals por gramo mientras que los carbos y proteínas aportan 4, entonces mejor las elimino y solo como las que están en alimentos con cantidades más altas de carbohidratos y proteínas. ¿Resultados de eliminarlas? Tuve procesos hormonales ineficientes, me costaba saciarme, tenía hinchazones abdominales más recurrentes, estaba carente de nutrientes esenciales y me costaba conciliar el sueño. Pensaba que todo se trataba de kcals totales y que lo único importante, era cumplir con los macros de las proteínas. El resto creía que «daba igual» cómo lo distribuyera. Grave error. Las grasas son tan importantes como las proteínas y los carbohidratos.
● No tengo mi báscula a mano. Si no lo peso, ¿cómo voy a saber cuánto estoy comiendo?
Además de exagerar las cantidades de las comidas desconocidas para «inflar» el total en la app, las pocas veces que salía comer fuera, a veces llevaba la báscula conmigo. Sí, yo era la única con la báscula en mano mientras todos en la mesa me miraban extraño cuando pesaba los alimentos que iba a comer. No los culpo, la verdad es que sí puede ser un poco extraño. Para qué decir cuando estaba en mi casa y cocinaba, pero es que ¡hasta la lechuga pesaba! No dejaba pasar absolutamente ningún alimento y, como me daba pereza tener que ingresar 100 alimentos en la app (normal), para simplificar, evitaba cocinar cosas con tantísimos ingredientes y opté por preparar siempre lo mismo. Así fue como dejé de disfrutar cocinar y comer.
Las secuelas de contar kcals y mis objetivos para trabajarlas
Todo esto y más viví a causa de contar kcals. La última vez que lo hice fue el año pasado porque creía tener la «madurez» y conocimiento suficiente para saber utilizar una app con conciencia. Una vez más, me equivoqué y me desencadenó lo mismo que viví cuando lo utilicé por primera vez, con la diferencia de que las secuelas eran más fáciles de identificar y tenía más herramientas para solucionarlas. A día de hoy, admito que es algo que sigo resolviendo y que me ha costado deshacerme de la creencia de que debo saber exactamente qué y cuánto tiene lo que como.
Estoy en busca de canalizar los sentimientos incómodos de una forma más sana. Escribir me ha ayudado mucho para poner en orden mis pensamientos, identificar emociones que me desencadenan ansiedad y buscar alternativas para solucionarlas. También, ahora concibo la alimentación como medicina y fuente de energía y sé que también puedo disfrutarla. Escucho más las sensaciones de mi cuerpo para comer cuando sienta hambre, y detenerme cuando esté saciada. Para nutrirme, elijo principalmente alimentos con un alto contenido nutricional, pero también me permito, de vez en cuando, comer mis caprichos y disfrutarlos sin sentir que luego «tengo que» restringirme.
Conclusiones
Para finalizar, creo que contar kcals no es la mejor estrategia para mejorar la composición corporal (usada mayormente para perder grasa). En su lugar, se pueden usar otros métodos y mejor si son acompañados de un/a nutricionista o nutriólogo que te ayude en el proceso. Si padeces algún trastorno, o si estás pasando por algo similar, puedes conversarlo con él/ella, para que te aconseje y asesore en cómo pueden continuar con tus objetivos.
También, para quienes cuentan kcals, no creo que sea algo sostenible por un periodo muy prolongado. En algún momento, si estás en fase de competición, por ejemplo, sí puede ser de utilidad, pero luego, puede ser preferible prescindir de esto y, en cambio, escuchar tu cuerpo y las señales de apetito y saciedad que te envía, es decir, apuntar a comer de forma intuitiva.
Cuando de salud mental se trata, intento hacer el ejercicio de pensar las cosas que estoy haciendo, con qué fin y que repercusión puede tener en mí si quisiera hacerlo de forma prolongada. Creo que es un cuestionamiento que puede aportar mucho a la hora de tomar decisiones con el fin de que sean las más asertivas para uno.